sábado, 12 de enero de 2008

Calentando el horno

Vos viste como soy, San. Una chica moderna, que disfruta de salir, pasarla bien, y garchar como pocas. Sin embargo, a veces me agarra la pequeña ama de casa que tengo dentro y agarro la cocina y me hago unas cookies.

Ayer a la tardecita estaba en eso, haciendo unas, pensando en mi pedazo de gaver, acordándome de la noche anterior, cuando se me ocurrió una genialidad. Corrí a mi cuarto, saqué el nuevo microshort que me compré, y me puse un strapless que apenas llega al ombligo. Me miré al espejo. Faltaba algo. Agarré las sandalias más altas que encontré, y me solté el pelo. Perfecto.

Me miré por delante, me miré por atrás, y bajé al 10 decidida a garcharme a mi vecino. El recuerdo de pedazo de... me dejó caliente, húmeda y con ganas de garche. Y vos sabés que yo no suelo quedarme con las ganas.

Toqué el timbre, y cuando Javier abrió la puerta, su cara se transformó. Me miró de arriba a abajo, y de vuelta de abajo a arriba. Su mirada se calentó en un segundo. Yo lo miré y con carita de ángel le pregunté si tenía un poco de harina para prestarme. Ya sé que es la idea mas trillada del universo, pero quería que fuera obvio que iba a garcharmelo. Que él no dudara un instante en bajarme el short, correrme la bombacha y hacer lo que debía hacer, contra la pared o donde fuera. Lo importante era que lo hiciera.

Me dijo que si, que fuéramos a la cocina. "Ahí", me dijo, señalándome un estante bastante alto. Lo miré con cara de perra, y le dije: "Ay, no llego... Me ayudás a llegar?"
Javier me agarró de la cola, justo ahí donde termina, y me alzó hasta arriba, donde agarré el frasco. Traté de sacar culo lo más posible, y de demorar todo lo que pude para dilatar ese momento maravillosamente erótico que estábamos viviendo. Pocas cosas me calientan más que unas manos en mi culo.

Cuando me bajó, me quedé apoyada contra la mesada, y él se me acercó, mucho. Estábamos tan cerca que podía sentirlo. Nos miramos por un rato, y de a poquito fue acercando su cara a la mía. Esa mesada era ideal para cometer el crimen. De repente, teníamos nuestras bocas tan cerca que nuestros labios apenas se tocaron. Asomé la punta mi lengua y la pasé apenas por sus labios. Cerró los ojos, disfrutando al máximo de la sensación. Y ahí me di cuenta de que había dejado el horno prendido.

Le dije que tenía que volver a mi departamento, y que después bajaba de nuevo. No bajé. Quiero que espere. Que fantasee. Que esté bien, pero bien caliente cuando nos volvamos a ver.

Si, soy la más puta de todas. Y la más histérica también. Y me encanta!

3 comentarios:

Roky Rokoon dijo...

puta e histerica me suena contradictorio, salgo que en ambas ocasiones este todo totlamente planeado

Un tux suelto dijo...

Bueno, Maqui, creo que su posteo provoca escribir mal a más de uno, o no Roky? (chiste!)...

Envidio a Javier... pero sanamente. Y a San por el solo hecho de conocerte...

Bien, esto pinta lindo. Sigan asi que paso a diario.

Un saludo, Maqui!!!

Euge! dijo...

opa, el vecinito me imagino que debe haber terminado con una ducha!

Jaja